sábado, 31 de julio de 2010

Diseñando una Portada muy especial (7ª Parte)

Es realmente curioso a la par que interesante cómo serpentea el camino de una vida. Cuando el sistema educativo te obliga a conocer los capítulos fundamentales de la história te resulta lo más tedioso y aburrido del mundo. Cuando ese mismo sistema educativo te obliga a conocer idiomas que hace siglos y siglos que dejáron de hablarse, piensas (como el adolescente ignorante que eres) para qué. Ah, maldita expresión esa, que tantas veces estuvo en mi boca. Para qué. Para qué lo uno, para qué lo otro... u otra expresión sinónima aún más destructiva si cabe... "pero ¿esto sirve de verdad para algo?", e incluso... "y a mí qué me importa". De qué me sirve saber que habia un tipo con un dragón en el casco que entró en Valencia estando ocupada por los moros... de qué me sirve saber que hubo una época en que habían unas murallas que rodeaban la ciudad... de qué me sirve... de qué... PARA QUÉ.
Y decía que es realmente curioso, a la par que interesante cómo serpentea el camino de la vida. Cómo al cabo de los años, de pronto te encuentras en situaciones que te descubren para qué puñetas servía saber eso. Hay un momento en la vida que necesitas saber... perdón... demosle la importancia que merece la palabra... SABER. ¿De dónde viene todo esto de las fallas? ¿Por qué mi falla tiene este escudo? ¿Por qué en el escudo está el Micalet... y las Torres de Quart... y la barca... y la barraca...? ¿Por qué son símbolos de Valencia? ¿Por qué concretamente de mi Falla? ¿Qué demonios había aquí en mi barrio que solo hay restos de antiguas fábricas por todas partes? ¿Qué historia es esa de las cavernas subterráneas?
Y entonces te das un palmotazo en la cabeza y te das cuenta de que tuviste una no... miles de ocasiones de preguntar, descubrir y averiguar todas esas cosas cuando estabas en clase de valenciano con Rafael en EGB, de historia con Pascual, en las clases de Lupe, de Sefa, e incluso de aquella mujer de la antigua escuela que era demasiadas veces objeto de burla. O en aquellas ocasiones en que al hacer un trabajo para clase, en lugar de investigar, leer y asimilar para aprehender ese conocimiento, te limitabas a copiar literalmente en calurosas mañanas en el interior de aquella enorme biblioteca, cuyos muros mantenían un secreto que no te desvelaría hasta años mas tarde. Y ese secreto es "sabía que tarde o temprano, volverías".
Y es ahora, con 39 años, con un lápiz optico en una mano y un ratón en la otra, delante de un monitor, con varios cuadernos al lado con miles de apuntes y dibujos me encuentro con esas dudas, y es ahora cuando trato de averiguar. ¿Por qué las Torres de Quart y no las de Serranos? ¿Por qué el Micalet? ¿Por qué la manta morellana? ¿Qué pasó bajo este asfalto que piso cada día hace 2000 años? ¿Y hace 1000? ¿Y hace 500? Y muchas veces, esa curiosidad recién nacida tropieza con quien, a pesar de los años, sigue pensando... Para qué. Y a mí qué me importa. ¿Saber eso sirve de verdad para algo?
Yo necesito saber.
Necesito entender.
Y sobre todo, necesito descubrir por qué cuando contemplo la senyera se me ponen los pelos de punta. Descubrir por qué cuando veo el pendón de la conquista se me pone la piel de gallina. Descubrir por qué cada vez que oigo el himno de Valencia me emociono. Descubrir por qué me maravilla tanto leer y descubrir cosas nuevas sobre la historia y las tradiciones de Valencia.
Para eso sirve.
Por eso me importa.

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