Cuando apenas quedan 45 días para el comienzo de la Mayor Fiesta del Mundo, y coincidiendo con la publicación de la noticia de que se está proponiendo a las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, doy las últimas pinceladas (digitales, eso sí) a esta ilustración que se convertirá en la portada de un llibret que además festeja la imposición del Distintiu de Brillants Col•lectiu a la Comisión Infantil de la Falla Islas Canarias – Trafalgar a la que va precisamente destinada dicha portada.
Ufffff… cuántas cosas para una sencilla imagen. Pero puedo presumir de ello.
He tratado de simplificar lo máximo posible el lenguaje de la ilustración adaptando mi estilo propio al lenguaje infantil. Hay colores muy planos, los detalles apenas centrados en las figuras principales que, dentro del formato especial del Llibret, quedan a la derecha de la misma, y aprovechando el desenfoque de los planos más alejados, he colocado todo el texto.
En fin… un trabajo arduo pero lo cierto es que tanto el Llibret como la Falla Islas Canarias – Trafalgar, lo merecen. En poco tiempo cumpliremos nuestros 50 años de existencia. 50 años de una comisión impresionante, en cuanto a número de falleros como en actividades e interés por continuar con las tradiciones valencianas.
Esto me lleva a una reflexión. Y es que si no lo digo, reviento.
Las Fallas son y serán efectivamente un Patrimonio de la Humanidad. Sobre todo teniendo en cuenta la historia de una fiesta que, a diferencia del resto del mundo, moviliza no solo una zona de la ciudad, una avenida o una plaza… moviliza la ciudad entera. Esto es algo que muchos conciudadanos no comprenden, la grandeza de esta fiesta, lo verdaderamente popular de esta fiesta. La historia de esta fiesta que se remonta al siglo XVII (que tengamos constancia) y que gracias a ella se han mantenido valores tanto materiales como inmateriales.
Los valores materiales están claros: la tradición artesana de la seda, del fabricante de telas, del diseño de los trajes, de la enorme riqueza de la indumentaria… de la tradición orfebre, del artista creador de esas maravillosas peinetas, de la joyería… de la tradición del arte efímero… y así podríamos seguir eternamente.
Pero los valores inmateriales son tan enormes que todavía me cuesta creer que haya quien se queje de nuestra fiesta. Gracias a la tradición de las Fallas se mantuvo nuestra lengua que, durante un largo período nefasto de tiempo fue expoliado, así como la riqueza de nuestra literatura, que a pesar de nuestro Segle d’Or fue mancillada una vez más por circunstancias políticas. Gracias a la tradición fallera, el valenciano, al que siempre se le ha considerado individualista, ha demostrado tener una enorme capacidad para convivir con vecinos, conciudadanos y amigos asociándose en ese estamento tan admirable como es una Comisión Fallera.
Y de nuevo podría seguir extendiéndome eternamente.
Y tras esta reflexión apologética, aquí está… la portada del Llibret Infantil 2011…
… espero que os guste…
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